Auto casero

El Isetta eléctrico de Chascomús: "Lo hice para mi hija"

La joyita de Fernando Biggi.
La joyita de Fernando Biggi.
Autonomía de 80 kilómetros.
Autonomía de 80 kilómetros.

En una nota publicada en la página especializada autoblog.com.ar, dieron cuenta del Isetta 300 creado en Chascomús.

Pequeños, livianos, de bajo consumo y tan fáciles de construir como de manejar. Los Bubble Cars o Microcoupés pusieron sobre ruedas a la Alemania de la postguerra con su fórmula minimalista y conquistaron también al mercado argentino: estos autitos diminutos fueron los protagonistas de la era conocida como “Año Motorístico Argentino”

Y ahora, para sorpresa de muchos, volvieron a estar de moda. La semana pasada se presentó en Olavarría el Heinkel eléctrico construido por el ingeniero y docente Marcelo Spina (ver nota). Y ahora Fernando Biggi, un analista de Sistemas, develó el Isetta 300 eléctrico creado en Chascomús.

¿Por qué los Bubble Cars se están convirtiendo en laboratorios de pruebas para crear autos eléctricos caseros en la Argentina? En primer lugar, porque son muy livianos, lo cual es de gran ayuda cuando no se cuenta con baterías muy potentes o de última generación. Y, además, son vehículos con mecánicas muy sencillas, donde resulta más fácil “meter mano” y hacer modificaciones.

Autoblog entrevistó a Fernando Bigi y el diálogo completo se reproduce a continuación.

-¿Los autos son su trabajo o su hobby?

-Es más bien un hobby. Soy analista de Sistemas con MBA de la Universidad Politécnica de Madrid (España), trabajo como gerente de Administración en la compañía de alimentos Cinco Hispanos y mi pasatiempo son los proyectos de restauración, de cualquier tipo: autos antiguos, rockolas y juegos electromecánicos. En la actualidad vivo en Laguna Vitel, partido de Chascomús.

-¿Y cómo se le ocurrió la idea de transformar un Isetta 300 en un auto eléctrico?

-Había comenzado a restaurar un autito chocador del Italpark de los años 50. Junto con un grupo de amigos, lo convertimos en un vehículo autónomo con baterías. Después, leyendo un artículo de la organización AutoLibre de Uruguay, se me ocurrió que podía convertir un auto pequeño de serie al formato eléctrico. La idea era ofrecerle a mi hija mayor un auto para que se pudiera mover con comodidad por el barrio.

-¿Por qué eligió un Isetta 300?

-Las opciones eran varias. Estaba entre un Fiat 600, un NSU, un De Carlo y el Isetta. Son autos relativamente livianos y fáciles de manejar. Además, la simplicidad del Isetta en todo el conjunto de la transmisión lo hacía buen candidato para la conversión, como así también su bajo peso. En particular, siempre me gustó el diseño del Isetta. Tuve la oportunidad de verlo de cerca cuando mi amigo, el artista Andrés Compagnucci, intervino un Isetta 300 para la colección de autos de Jorge Gómez (ver fotos).

-¿Cuál es la historia de esta unidad en particular?

-Encontré este Isetta 300 por internet. Estaba en muy malas condiciones, pero con buen precio y no dudé en comprarlo para restaurarlo y convertirlo en un auto eléctrico. La unidad motriz estaba muy incompleta y lo hacía un candidato ideal.

-¿Cuánto invirtió en la conversión y qué equipo se instaló en el auto?

-Cuenta con un kit de Organización AutoLibre que consta de: motor AC de 19 Kw trifásico, con frenado regenerativo, controlador de 48v 400A, acelerador electrónico, cargador 2.5 Kw (multivoltaje, entrada de 100 a 250v AC), medidor de voltaje, medidor de carga y convertidor DCDC, para pasar de 48v a 12v para usar las luces y accesorios originales del Isetta. El motor vino con el certificado de importación, para su posterior inscripción en el Registro Automotor. Se conservó la transmision a cadena original del Isetta y trabajamos con un tornero de la zona para realizar un acople del motor eléctrico a la transmisión original. Primero, pensamos en usar una especie de “palier flotante”, como los que tienen los Citroën ,pero después lo modificamos con un acople doble y un manchón, que le transmitía menor vibración al motor y acoplaba mucho mejor. Sin dudas, la transmisión fue el mayor desafío al momento de adaptar el kit: le agregamos un tensor a la cadena de transmisión y le mejoramos el conjunto, ya que con el motor original del Isetta las cadenas tendían a rozar con la carcasa y se cortaban (o rajaban la carcasa). En total, gasté unos 2.800 dólares.

-¿Quiénes participaron en el armado del auto?

-Lo armé con un herrero de la zona, quien fue el hizo el trabajo de adaptar el motor y los componentes y realizar la instalación eléctrica. Me ayudó también un colaborador con el que trabajo en otros proyectos. El auto se convirtió y restauró 100% en Chascomús. Acá quiero agradecer la colaboración de Fernando Cherstia, Ramiro Olarriaga, Gabriel Acuña y Marcelo Blanco.

-¿Qué uso le dará al vehículo?

-El auto lo utilizarán mi esposa y mi hija mayor, para movilizarse por el barrio, que tiene una extensión de 200 hectáreas. Tiene una autonomía de 80 kilómetros y la recarga completa de las baterías se hace en cuatro o cinco horas.

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De colección.
De colección.

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