El caso que sacudió a la comunidad de la región tuvo su parte oscura cuando en septiembre de 2014, la Cámara de Apelaciones de Dolores decidió condenar por unanimidad como coautor de homicidio agravado por alevosía al ex policía Fermín Basualdo por el asesinato de un adolescente de 16 años llamado Emilio Blanco.
El crimen del joven se perpetró el 28 de septiembre de 1997, pero 17 años después se intentó llegar una resolución. Sin embargo, la familia de Basualdo, el único condenado en la causa, denuncia que hay varias inconsistencias y sostienen que hubo presiones por parte de la Iglesia Católica para que se resuelva aceleradamente la investigación.
El ex jefe de calle de la Comisaría Primera de Chascomús fue condenado luego de que la hipótesis de la fiscalía haya sido que la víctima fue levantada por un grupo de policías, entre los que se encontraba el acusado, para torturarlo hasta su trágico desenlace. Sin embargo, jamás se supo quiénes fueron los uniformados que supuestamente lo acompañaron en esa tarea.
Según esa hipótesis, los propios efectivos habrían intentado encubrir el crimen arrojando el cuerpo a las vías del tren y hacer pasar la muerte como un accidente ferroviario. Pero, al parecer hubo varios cabos sueltos que la justicia nunca investigó y se desconocen cuáles fueron las verdaderas razones para obviar esas líneas de pesquisa.
En ese marco, tanto Basualdo como su familia denunciaron que su condena se debe a la “presión social” ejercida por el municipio, el poder político de turno y la Iglesia para encontrar un culpable por el fallecimiento de Blanco. Entre otras cosas, no se investigó al sacerdote Carlos Kippes, profesor de la víctima en el colegio Corazón de María, sobre quien se sospecha que habría mentido en sus declaraciones.
La historia dice que fue el cura quien encontró el cadáver del joven a las 7 y media de la mañana del 28 de septiembre y, según su versión, lo hizo cuando concurría a la carnicería “como lo hacía habitualmente”. Sin embargo, sus palabras no coinciden con las del carnicero, quien aseguró que su comercio abre todos los días a las 9 y media, y que el religioso no llegaba sino hasta las 10.
A pesar de que el párroco fue docente de la víctima y tiene antecedentes por abuso, no se siguió dicha línea de investigación. Otra de las inconsistencias que denuncian los familiares de Basualdo es que se encontró ADN femenino en el cuerpo de Emilio, pero tampoco esto se tuvo en cuenta. Además, afirman que “las autopsias quedaron incompletas y fueron observadas de manera muy poco técnica” y que, por otro lado, no se citó a declarar a ningún compañero de escuela.