Esta vez no podremos realizar ni la tradicional vigilia ni el acto con el cual recordamos a nuestros compañeros caídos y reafirmamos nuestros derechos soberanos sobre el archipiélago austral.
No hace falta explicar el por qué. La emergencia que estamos atravesando en virtud del virus COVID-19 nos impone la suspensión de esas actividades.
En 1982, nuestro país tuvo que atravesar una guerra que dejó profundas heridas en nuestra sociedad, muchas de las cuales aún no han cerrado.
La guerra, la real, aquella que duele, que desgarra y sangra, aquella de la que nada sensato puede surgir.
Pero esta, como todas las guerras, un día llegó a su fin.
El 14 de junio de 1982 cesaron las hostilidades, y algunos pudimos regresar a nuestros hogares. Pero no todos, lamentablemente muchos compañeros dejaron su vida en el conflicto.
Ellos, conjuntamente con los compañeros a los que abrumó y nó pudieron manejar el post Malvinas, son los verdaderos Héroes de esta historia.
A ellos, nuestro absoluto reconocimiento, recuerdo y respeto.
Hoy, como dijimos anteriormente, nos encontramos frente a una emergencia sanitaria que amenaza a todos los argentinos por igual. Nuevamente afloran temores, incertidumbres, pero también actos de inmensa grandeza.
El resultado de esta batalla no depende de las armas ni de actos individualistas.
La conciencia ciudadana, el cuidado personal y la colaboración son fundamentales para poder sobreponernos a esta situación extrema.
En este 2 de abril, vaya también nuestro reconocimiento y agradecimiento a todas las personas que desde el lugar que les toca ocupar, realizan sus tareas cotidianas haciendo frente a la emergencia sanitaria.
Que podamos resurgir con mayor conciencia ciudadana, mayor compromiso y más fortalecidos como sociedad.
Ex combatientes de Malvinas Chascomús